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América del mediodía. Octubre 2015.

América del mediodía

 Carlos Subero “Es un análisis de los alcances de la Carta de Jamaica en la América de entonces y en la de hoy”

Simón, Rodríguez y Bolívar.
No hay quién describa y sintetice mejor el proceso independentista de la América española que uno de sus padres conceptuales, Simón Rodríguez:

En la revolución de los Anglo-americanos, y en la de los Franceses, los gobernantes no tuvieron qué pensar en crear pueblos, sino en dirijirlos. La América Española pedía dos revoluciones a un tiempo, la Pública y la Económica: las dificultades que presentaba la primera eran grandes – El general Bolívar las ha vencido, ha enseñado ó excitado á otros á vencerlas: los obstáculos que oponen las preocupaciones á la segunda, son enormes – el Jeneral Bolívar emprende removerlos, y algunos sujetos, a NOMBRE DE LOS PUEBLOS le hacen resistencia en lugar de ayudarlo. – Sedientos de venganza, por injurias supuestas, ó ciegos de ambición por empleos que quizá no pueden desempeñar, se jactan de ser sus enemigos, condenan sus principios, le adivinan malas intenciones, le suscitan guerras en unas partes, se las declaran y las llevan á efecto en otras, lo asaltan en su propia casa para asesinarlo, trastornan, alborotan, llaman su atención sobre todos los puntos y su presencia en los más importantes… (Rodríguez S, Bolivia 1828)

Esta defensa que hace el maestro Rodríguez del Libertador, recoge lo que ya Bolívar años antes, en la contestación llamada Carta de Jamaica había esbozado con detalles y sentencias imperecederas; la dualidad con que Bolívar analiza los problemas de su tiempo y predice los cauces donde podrían desembocar son reflejos de su visión integral del todo americano y porque no mundial.

José Ortega y Gasset (1923) advierte en su libro El tema de nuestro tiempo, que la capacidad de los hombres para predecir radica en un conocimiento cabal y profundo del pasado, Bolívar en la carta lo demuestra, conocía con detalles la historia de América, la precolombina inclusive, advirtió en la carta con una claridad pasmosa lo que creía eran los sucesos históricos que condicionaban el proceso que estaba llevando a cabo al momento de escribir la misiva. Endilgarle al Libertador una condición divina, de profeta providencial, sería tanto como absolverlo de sus increíbles capacidades humanas que muestra en la carta con magistral destreza; además que con inigualable humildad siempre insiste a lo largo de ésta, al caballero de la isla en cuestión, no estar a la altura para responder con acierto las preguntas tan hondas que le encarga.

Un análisis multifocal.
La carta es angustiada y se observa en frases como ¿Está la Europa sorda al clamor de su propio interés? ¿No tiene ojos para ver la justicia? ¿Tanto se ha endurecido, para ser de este modo insensible? Son preguntas que apuntan a un llamado de auxilio a la causa libertadora por parte de potencias que se muestran indiferentes, incluyendo a Nuestros Hermanos del Norte.

La carta es denunciante cuando dice Tres siglos ha, dice V., que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón. Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si, constantes y repetidos documentos, no testificasen estas infaustas verdades.

La carta es histórica y revisionista cuando apunta que Existe tal diferencia entre la suerte de los reyes españoles y de los reyes americanos, que no admite comparación; los primeros son tratados con dignidad, conservados, y al fin recobran su libertad y trono; mientras que los últimos sufren tormentos inauditos y los vilipendios más vergonzosos.

Es Analítica cuando se atreve a calcular por datos más o menos exactos y a pesar de la falta de documentos y libros , las poblaciones y extensiones de Venezuela, Chile y Méjico entre otros pueblos americanos a los cuales hace alusión, además de revisar los incipientes sistemas de gobiernos y proponer los más pertinentes para Lima, Nueva Granada entre otros.

Profética cuando advierte la magnífica posición  entre los dos grandes mares  y señala que podrá ser Panamá con el tiempo el emporio del universo, porque sus canales acortarán las distancias del mundo, estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia además de apuntar Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra.
Todas estas citas para señalar la multiplicidad de enfoques de esa carta, que es la más grande del Libertador menos por su extensión que por su libertad y gloria. Cualquier análisis de dicha misiva tendrá que ser en las mismas condiciones, un análisis con diferentes enfoques si se quiere recoger el mensaje esencial de las palabras de nuestro Libertador.

Quién la escribe es un hombre que como bien señala Simón Rodríguez, está sometido al ataque y las injurias de múltiples fuerzas enemigas, naturales y extranjeras, internas y ajenas a la causa, envidias seculares y nuevas; sus enemigos son particulares pero también colectivos, es un hombre que se haya traicionado, pero con una esperanza infinita en la victoria de su empresa y en el por venir de los pueblos susceptibles a ella. No en vano advierte al final de su escrito: …Se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional.

A por el correcto estudio de nuestra magistral carta.
Su fe en la causa de entonces y en el destino de América (la que concibió y materializó) es infinita tanto que sigue animando a generaciones que nos hayamos a doscientos años de distancia de él; muchos historiadores han señalado que Bolívar era un hombre adelantado a su tiempo y es innegable, su carta es más para nosotros, que para su original destinatario el Caballero Henry Cullen (Navarro N).

Hay fe pero también un sentido de la realidad ineludible, hay fe pero también una angustia de que América sucumba ante la desunión, ante los partidarios, ante sus diferencias seculares, ante sus debilidades, ante la incapacidad de ponerse a la altura de las virtudes que la empresa exigía en su segunda etapa, la de crear pueblos que advierte Rodríguez en el primer extracto; si advertimos las palabras del Maestro S. R, podremos decir aquí y ahora que la revolución Pública se dio, pero la Económica aún no y ahí es cuando Bolívar se hace más vigente y urgente que nunca.

Gil Fortoul en su Historia Constitucional de Venezuela y Pino Iturrieta en la Nueva lectura de la Carta de Jamaica, son quizás hoy los análisis más conocidos de dicha misiva, uno y otro correspondieron a sus tiempos; el primero se escurre en una suerte de superficialidad analizando las predicciones de Bolívar y viendo si la pegó o sino en su unilateral enfoque de la carta: el providencial profético; el otro se entretuvo en el análisis histórico y revisionista, de a ratos buscando caídas o imprecisiones para aclarar en la misiva de nuestro Libertador, pretende cual clase magistral traducir un mensaje que se haya más que claro, y traernos las ideas de Bolívar ya deglutidas por un erudito historiador que se acercó más a ellas.

Hoy el análisis de la carta debe ser muy diferente, estamos obligados por los tiempos en los que vivimos en que así sea; el análisis y la lectura debe ser como el de la biblia: leer para alimentarse, leer para corregirse, leer para inspirarse y porque no para curar heridas o alejar malos pensamientos; el análisis debe ser con miras a la aplicabilidad de sus preceptos más fundamentales, multifocal, diverso y con sentido de pertenencia, Bolívar nos habla aquí y ahora.

¿La historia se repite?
“Tiempos que se van no vuelven y si vuelven no son los mismos” reza el dicho en el infinito repertorio popular de la misma América que discutimos; Bolívar advirtió el desmedro del Imperio Español cuando advierte su debilidad aún para mantenerse en su propio continente; y así como se cumplió el congreso de Panamá y recién este mismo año se celebró uno muy importante, así mismo se cumplió la debacle del imperio que otrora demostrara toda su fuerza y saña contra nuestro noble pueblo americano del mediodía.

De nada sirvió el saqueo a la que fue sometida América por parte de la península, de nada sirvió el oro, la plata, las perlas, los esclavos y el dolor que arrancaron de las tierras vírgenes y en paz que se encontraban en este hemisferio desconocido por los Europeos, hoy España es una de las economías más recesivas de su continente, hoy doscientos años después gozan de las cifras más altas de desahucios y desempleo y hoy como auguró Bolívar ya están muy lejos de ser un imperio.

Esta es una de las cosas que han cambiado en el panorama que el Libertador esboza en su carta, lo que no ha cambiado es que Los americanos… no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples consumidores, ahora nuestros hermanos del norte, son los que propician la nueva tiranización y dominio de la América que pretende ser norteamericanizada.

Los imperios no son los mismos y los métodos se encuentran más sofisticados, por ende la lucha debe serlo también; las aspiraciones de Bolívar quedaron inconclusas, como ya se ha señalado, la revolución Económica que señala Simón Rodríguez no se dio, y ahora que se han revisado los más hondos conceptos que se suponían enterrados, ahora que se corea al unísono que Bolívar anda con su espada recorriendo América Latina, ahora que los procesos históricos no vegetan en los libros sino que alimentan la capacidad transformadora de los pueblos, ahora deben revisarse más y mejor los documentos fundamentales de nuestra gesta que quedó inconclusa para así terminarla con argumentos y sobradas razones.

Mientras que el continente Bolivariano no se disponga a la producción seguiremos siendo consumidores, mientras que sigamos ensamblando en vez de fabricar, mientras no seamos capaces de transformar nuestras propias materias primas, mientras que sigamos importando en vez de producir, mientras que sigamos copiando en vez de inventar, seguiremos siendo siervos prestos al trabajo como advierte nuestro Libertador en su carta.

¿Quién puede negar hoy el afán imperial que se ha instalado en nuestro continente? tenemos a pocas millas náuticas al imperio más grande y violento que se haya conocido en la historia de la humanidad, lo tenemos ahí cerquita, ya no nos separa un océano como hace doscientos años, sino un mar continental de menores proporciones que el Atlántico, ahora no debemos repeler buques repletos de armas al menos no por ahora, sino que debemos construir muros en contra de la transculturización que pretende borrar lo que somos, ahora no debemos temer por ahora a los húsares armados hasta los dientes sino a las presiones económicas enconadas que tienen el mismo corte de saña, codicia e impiedad que denunciaba Bolívar del imperio ibérico.

El llamado que hace Bolívar podemos reeditarlo y redirigirlo, su aplicabilidad está vigente y es oportuna
La Europa haría un bien a la España en disuadirla de su obstinada temeridad; porque a lo menos le ahorraría los gastos que expende, y la sangre que derrama; a fin de que, fijando su atención en sus propios recintos, fundase su prosperidad y poder sobre bases más sólidas que las de inciertas conquistas, un comercio precario y exacciones violentas en pueblos remotos, enemigos y poderosos.

El mundo todo, civilizado y por civilizar, haría hoy un bien a Estados Unidos de Norteamérica en disuadirlos de su obstinada temeridad, para que ahorren lo mismo que recomienda Bolívar y fundamenten su prosperidad en cosas más concretas que en invadir Irak, Irán, Siria; que en tratar de occidentalizar mundos que son más antiguos que sus mismos padres los ingleses, y que son poderosos tanto por su experiencia como por el compromiso que demuestran con sus ancestrales culturas, así mismo deberían ahorrarse la molestia y el dinero que les exige estar hambreando pueblos en su propio continente.

Las prohibiciones que nos han impuesto ahora los norteamericanos no se hayan codificadas ni tipificadas como las reales emitidas por la España imperial, ahora se hacen en la oscuridad y bajo presiones ocultas; nunca se nos ha transferido tecnología ni va a transferírsenos jamás, las fábricas suyas de carros producen y se limitan a que consumamos, a que los manejemos; el que pareciera el mejor de los casos que se nos instale una ensambladora no es porque quiera dársenos un privilegio sino es porque eso abarata los costos de su producción, así mismo sucede con la ropa y otros enceres; mientras dependamos de trasnacionales establecidas en el imperio para comer, vestirnos, transportarnos, no seremos libres; ya somos republicas sí, tenemos nuestras banderas e himnos, ya profesamos a nuestros próceres y celebramos nuestras fechas patrias, esas son ya grandes conquistas pero no suficientes, todavía quedan las más importantes, la independencia económica y con ella la cultural.

Como en la carta, revisemos y proyectemos.
Después de que conseguimos nuestras independencias nos conformamos como vaticinó Bolívar en pequeñas repúblicas, para ser exactos en unas 26 si contamos las insulares y empezamos desde México, con ello lo único que nos hemos asegurado ha sido como también advirtió el Libertador: nuestra permanencia, pero ha sido una permanencia inocua e infructífera, hemos vegetado en el subdesarrollo, en la copia de modelos prefabricados, nos hemos mantenido al margen de las ciencias y de las artes, somos republicas improductivas a la espera del consumo, privilegiamos siempre lo importado; nuestros vicios siguen siendo los mismos modelos rentistas, parasitarios, productores de pobreza y atraso.

Hay que retomar la misma crueldad y franqueza con que Bolívar trata los temas y escudriña las realidades nuestroamericanas, basta ya de maquillar de desarrollo o disponernos en las vías de, las pequeñas y miserables concesiones que nos concede el imperio Norteamericano, desarrollo en la América de hoy es abrirles mercados a ellos, es rebajarles aranceles e impuestos, desarrollo es que nos llenen de McDonalds y que nuestros jóvenes deseen el abdomen de Stallone (Arjona R, 1995) desarrollo se convirtió hasta hace unos años en nuestros pueblos en profesionalizarse a la usanza del conocimiento occidental, desarrollo se convirtió en la alabanza de todo arte y conocimiento que se fabricase en Europa o en el Norte, desarrollo se convirtió en hablar inglés y acentuar como un natural del norte, desarrollo desde hace tiempo en este continente se convirtió en alejarse lo más posible de nuestras raíces y acercarse lo más que se pueda a la de ellos.

El siglo XX llevó al colmo ese tipo de desarrollo en nuestro continente y el siglo XXI ha abierto ahora un abanico de posibilidades que nos disponen a revisar lo ya constituido y a ritmo de revolución retomar y concluir la tarea de los que entonces nos libertaron, el siglo XXI se ha convertido como apunta Galeano en el siglo dónde están naciendo cosas nuevas y se están retomando las que se creían proscritas, la Carta de Jamaica lo que ha tenido ha sido un receso, pero ya ha empezado de nuevo a trabajar en las conciencias en que se dispuso desde el momento de su creación, en las conciencias de América: la bonita, la noble, la que no conquista sino libera, la que no cree en imperios, ni sucumbe ante las amenazas, la que siempre le ha faltado el respeto a los que con insolencia han tratado de conculcarla.

La Carta de Jamaica fue para Bolívar y para su tiempo un trabajo de revisión y proyección, es el mismo trabajo que urge hoy en medio de este Siglo; los jóvenes, los adultos, los ancianos, deberíamos todos revisar de nuevo la carta y poner a punto los acontecimiento que hoy vivimos con lo que en ella se encuentra escrito, coincidencias sobran y sin caer en anacronismos todo es rescatable y aplicable.

La independencia política está ya conquistada, aunque eso no quiere decir que deba ser descuidada, nadie puede decir hoy que algún extranjero nos gobierna desde México hasta la tierra del Fuego en Argentina, son naturales y a veces bien naturales los que rigen los destinos de los países en cuestión; no pagamos tributos ni rendimos pleitesías a potencias extranjeras (o al menos no deberíamos de hacerlo, casos los hay) el mestizaje es una realidad en nuestro hemisferio y enorgullece nuestra raza que Bolívar califica de única y nueva; nuestros ejércitos sirven en teoría a nuestros propios intereses establecidos en la constitución que nuestros pueblos han legitimado, puede decirse hoy siglo XXI que somos naciones libres más no independientes, esa libertad casi siempre está condicionada, tiene límites y barreras que al final la convierten en dominio y ausencia de ella.

Hoy más que nunca ¡Bolivarianos!
Ser Bolivariano hoy no es desgastar el nombre de nuestro libertador, ni ilustrarlo en foami ni en bustos de bronce, ser Bolivariano debe ser advertir la existencia del imperio norteamericano, advertir su afán por controlarnos y subyugarnos, advertir su codicia y saña así como hizo él con el imperio español y al fin combatirlo, con hidalguía denunciar las atrocidades y con valor luchar por establecer un nuevo sistema más justo, más adecuado a nuestras realidades, más nuestro.

En este proceso de reconocimiento, denuncia y lucha el pueblo es más que vital, Bolívar lo advirtió y hoy también debemos de hacerlo, sin el pueblo toda lucha sería imposible, por ello Simón Rodríguez esboza lo siguiente:

Aprendan los pueblos á conocer sus verdaderos defensores en los que sostienen los choques que sufre su causa: vean en los principios de Bolívar los de la seguridad jeneral, y en su persona la columna maestra del sistema republicano.- Bolívar merece ser defendido: los americanos deben considerarlo como un padre, cargado con el tesoro de sus derechos, peleando solo contra millares de enemigos, y pidiendo socorro á los mismos que defiende. (Rodríguez S, Bolivia 1828).

Defender a Bolívar es vivir como él lo hizo, de forma desprendida devotar todas nuestras causas y sacrificios a la libertad sin condiciones, a la libertad sin remedos, a la libertad por la cual lucharon nuestros primeros libertadores, hoy debemos luchar por la segunda etapa de esa independencia entrada en receso pero que de alguna manera hoy despertó en este siglo XXI, doscientos años después.

No sólo Bolívar, todo aquel que procure la libertad de Venezuela y para ello empeñe sacrificios y desinterés merece hoy ser defendido, el pueblo debe reconocer quiénes son sus verdaderos defensores, hoy es más urgente que nunca este llamado. De nuevo podemos repetir la frase contenida en la carta El velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz, y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos.

¿Y cómo se ha visto esa luz? ¿Puede haber un hecho concreto que demuestre ese alumbramiento? Los de entonces la vieron coronada en la bandera tricolor y en las libertades que conquistaron y que ya se han advertido, y los de ahora al menos en Venezuela también han visto la luz con el empoderamiento del pueblo que comenzó desde el 45´ al menos en nuestro país con variadas fluctuaciones e interrupciones; ya el pueblo ha comido, el pueblo ha viajado, el pueblo ha tenido acceso a la educación en todas sus fases, el pueblo se ha vestido y ha entendido cosas que antes la ignorancia no le permitía entender; el poder popular ha sido la ventana a través de la cual se ha visto esa luz y se han roto esas cadenas.

Todo lo que atente contra ese empoderamiento es un intento por volvernos a las tinieblas, y todo el que atente contra ese empoderamiento así vista de rojo y grite consignas Bolivarianas es un enemigo de la causa de Bolívar; el petróleo ayudó mucho en que se hiciese factible ese empoderamiento, pero no podemos depender nada más de ese favor obsequiado por la providencia, debemos asegurarnos el empoderamiento con la generación de riquezas, se es Bolivariano en la medida en la que se produce, en la que medida en la que se saca a América del vergonzoso estadio del consumismo, se es Bolivariano en la medida en que se combaten con fiereza todos los males que atentan contra la generación de riquezas y su equitativa repartición, es decir, se es Bolivariano en la medida en que se combate la corrupción en cualquier nivel y en cualquier parte, el llamado de la carta es a estar a la altura que las circunstancias exigen, desarrollar las virtudes que la gran empresa amerita, fomentar los valores que nuestras convicciones nos impelen.

La generación de riquezas nos permitirá hacer factible el empoderamiento popular y con él, la libertad económica y cultural que exige esta nueva etapa de la independencia; debemos apoyar a todos los que procuren esta independencia, debemos reconocerlos, debemos sin más auparlos, porque son ellos nuestros verdaderos defensores.

La misma saña, el mismo odio, las mismas trabas, los mismos procedimientos.
Las trabas entre provincias y provincias americanas, para que no se traten, entiendan, ni negocien (Bolívar, 1815) esta es otra frase clave que tiene motivarnos a la causa mayor de nuestras repúblicas, la unión, el llamado a la unión Bolívar nunca deja de hacerlo ni en sus más egregios documentos, inclusive en su estertor, en medio de su agonía lo hace.

Debemos advertir las trabas que nos pone hoy el imperio norteamericano para que no nos unamos hoy en esta nuestra América, todo deberá ser unión de ahora en adelante, evitar a costa del sacrificio que sea entrar en pugna con un país hermano; debemos ser ejemplo de la más sacramental unidad sin pisar los peines que pretenden hacernos resbalar de nuevo por el barranco de las fracciones y las desavenencias entre nosotros que tenemos una causa en común: la verdadera independencia, la definitiva, la que nos permitirá llegar al desarrollo y al aprovechamiento pleno de todas nuestras potencialidades.

Así como en su momento nadie nos ayudó a conseguir la primera etapa de nuestra independencia ahora tampoco nadie facultado vendrá en nuestro auxilio; seremos los Venezolanos y americanos todos, quienes consigamos concluirla en los términos que se han planteado en este ensayo; los Venezolanos con trabajo, con producción, con sentido de pertenencia, con conciencia histórica, con desprendimiento, con sacrificios estamos llamados a concluir lo que el libertador esbozó con nobleza en tan sentida carta.

Unión, empoderamiento, educación popular, meditación y corrección, revisión y reimpulso, son líneas que se infieren en el pensamiento del Libertador y específicamente en la misiva aquí analizada, los ataques son los mismos y el celo del imperio también, ya nos son familiares esas soberbias sentencias que hoy las tenemos en forma de decreto imperial contra nuestro país, Venezuela y toda América de continuar en este camino de independencia debe prepararse para las mismas arremetidas y quizás más enconadas por parte del nuevo imperio que nos tiraniza y nos pretende conculcar, antes teníamos oro y perlas que despertaban la codicia de los que Bolívar califica de avarientos e insaciables españoles, ahora tenemos reservas de petróleo incalculables y probadas, además de agua dulce y otros recursos necesarios para alimentar a ese leviatán dientoso y bárbaro en el que se convirtió el estado imperial de EEUU.


¿Acaso, 100 años no bastan?
Aquella vez duramos trescientos años en despertar, aunque había antes de Bolívar revueltas y alzamientos que sirvieron de base para los acontecimientos del 19 de abril en adelante, esta vez hemos durado menos, precisamente por el ritmo acelerado al que ha sometido al mundo los padres de la revolución industrial y sus derivados; en estos dos últimos siglos la humanidad ha experimentado más cambios que los que experimentó en los cinco mil años anteriores a la revolución industrial. La obsolescencia de las cosas lo demuestra, tan pronto adquirimos un producto como ya ha pasado de moda y ha salido otro que lo supera en cualidades y funciones, así ha pasado con el conocimiento, con esta masificación del conocimiento, el pueblo conoce más rápido los acontecimientos y los juzga también más rápido, los rechaza y los combate más rápido también, un mensaje tal puede llegar a millares de personas en fracciones de segundo y eso ha hecho que los Venezolanos y americanos todos nos hayamos dado cuenta más rápido de la situación ignominiosa a la que nos tiene sometido el nuevo imperio que debemos combatir.

El reciente decreto de Obama en el que cataloga a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria fue conocido el mismo día que se emitió y los juicios acerca del mismo, de amantes y detractores, fueron conocidos también al siguiente día y el pueblo pudo enterarse del decreto con juicios de especialistas, patrioteros y patriotas enseguida, y pudo entonces elaborarse un propio juicio general que devino en un histórico rechazo que se materializó en las calles y en movilizaciones multitudinarias con escasos días de haberse promulgado.

Esa es ahora una ventaja que podemos sacar del proceso acelerado de la información, del conocimiento y del acceso abierto a ambos; ya no tenemos que esperar trescientos años de yugo y maltratos para combatir lo que nos aqueja, ya hemos advertido quienes pretenden sabotearnos, y ya estamos enterados de sus métodos, entonces si no nos saboteamos a nosotros mismos podremos combatir desde ya esas fuerzas imperiales.

No es un llamado bélico, es un llamado a asumir un estado de conciencia que nos permita inspirado en nuestros padres fundadores asumir nuestras responsabilidades en los términos en que debemos asumirlas; el patrioterismo y la banalización de nuestros procesos históricos juegan en contra de la concepción correcta de nuestra historia, que hoy debemos tenerla más que clara, se hace urgente e importante un dominio cabal de ella por parte del mayor numero de Venezolanos posible si queremos convertirnos en Bolívar capaces de analizar, actuar y predecir nuestro curso que hasta hoy se encuentra igual o más amenazado que en la época en la que él lo emprendió.

Hasta ahora se ha querido demostrar que el proyecto es el mismo tan sólo que en una etapa diferente, por eso es que la carta y todos los documentos igual de importantes como este siguen aún más que vigentes, sus revisiones deberían hacerse a todos los niveles y por todos los Venezolanos que estudian.


Venezuela de nuevo en la vanguardia.
La democratización del conocimiento debería hoy ser una realidad ineludible, todos nuestros jóvenes deberían en sus casas tener la Carta de Jamaica, el documento original y de primera mano, y debería meditarse sobre ella en las escuelas públicas y privadas, los profesores deberían analizar la carta no en sus aristas profética o revisionista, sino en esta arista que hoy se esboza, la de la aplicabilidad y vigencia, mutando lo mutable.

 Como sugiere el libertador, Venezuela fue el país que se llevó la peor parte del proceso independentista de la América Española

En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela, sus acontecimientos han sido tan rápidos, y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia y a una soledad espantosa; no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían el orgullo de la América. Sus tiranos gobiernan un desierto; y sólo oprimen a tristes restos que, escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia: algunas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven, combaten con furor en los campos y en los pueblos internos, hasta expirar o arrojar al mar a los que, insaciables de sangre y crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva.

Más claro imposible, y tal como vaticinó, el siglo XIX estuvo lleno de atrocidades, miserias y bajezas que arrojaron a Venezuela a la calidad de asentamientos dispersos y no de nación prospera ni mucho menor organizada.

Venezuela siendo capitanía general, con el menor número de esclavos, con los nativos menos desarrollados y con el menor número de peninsulares si se le compara con el virreinato de México o el del Río de La Plata, fue quién desde todas sus desventajas motorizó la empresa titánica de la independencia de América, y asumió la responsabilidad porque le tocó no porque hubiese ansiado fortuna ni reconocimientos.

Aquí la guerra fue cruenta y todos los documentos históricos así lo indican, aquí el imperio español mostró sus mejores dotes y nos dio sus mejores golpes, aquí mostró sus mejores destrezas pero aquí también recibieron los golpes más terribles y dolorosos para su causa imperial; aquí parafraseando a Bolívar se humilló al León de Castilla en los llanos, en nuestras costas, en angostura; quedará la impronta de sujetos enervados por el sentimiento de patria y matria que se convirtieron en guerreros salvajes parecidos a los trescientos espartanos, sino léase por favor Venezuela Heroica de Eduardo Blanco.

Desde los Andes hasta el Golfo Triste los Venezolanos eran derrotados por los apertrechados españoles, pero así mismo emulando al Ave Fénix de las cenizas se levantaban los patriotas a poner el pecho a los arcabuces españoles, a hincar sus lanzas en los brillantes escudos, la lucha en Venezuela se dio en total desventaja y sin embargo así logramos tras cientos de derrotas, vencer.

Este nuestro pueblo ha sido tan noble, que no ha reclamado jamás a ninguna nación el favor de sus lanzas, en sus momentos de mayores apuros económicos nunca se ha quejado, ha sabido asumir la responsabilidad de sus acciones; y eso sí, nunca, pero nunca se ha anquilosado, siempre ha respondido a los reclamos de sus tiempos, por ello ahora nos hallamos en este trance de concluir lo que empezó aquel 19 de Abril dónde se materializaron los intentos desde Leonardo Chirinos hasta las invasiones Mirandinas.

Hoy Venezuela está decidida a dar feliz término a aquellas pretensiones, acciones y memorias epopéyicas, quizás porque fuimos los que más sufrimos, los más agraviados, quizás porque fuimos los más lesionados ahora por eso sentimos más hondo el deber de honrar esos sacrificios a todas luces irreparables.

Ni los burgueses en Francia, ni los Patriotas en Estados Unidos, Ni San Martin y sus tropas, sufrieron tal gravamen a sus gentes y a sus tierras como los sufrimos nosotros; endemoniadas fueron las acciones de Monteverde, Boves y Morillo, enconadas las guerras que libramos y bien apertrechadas las misiones que enviaron los españoles para reducirnos.

Ahora sabemos porque nuestros hermanos del norte se quedaron inmóviles frente a nuestras encarnizadas luchas, porque ya desde esos tiempos tenían intenciones de hacerse de nosotros y reducirnos a mercados exclusivos e inexpugnables, siempre les llamó la atención la idea de América para los norteamericanos.

Cuidemos nuestros recursos, cuidemos los pasos que hemos dado, no volvamos a las tinieblas.

Dios no concede a sus criaturas grandes bienes sino después que ardientemente los han solicitado, y cuando por muchos sacrificios y altos merecimientos se muestran dignas de obtenerlos. (Blanco E, 2000)

De aquí me parece que la providencia nos haya obsequiado el petróleo y las riquezas que derivan de su explotación, el siglo XIX fueron cien años de sacrificios, de penurias, de desgracias, de solicitarle a la providencia que nos diera cuanto merecíamos y con Carabobo, con Pichincha con Ayacucho nos hicimos dignos de obtenerlas, por ello debemos bien emplear en esas riquezas en el proyecto que tenemos a bien concluir.

Que nuestra mayor fuente de riqueza, poderosa, sirva para unir a los pueblos que debemos de estar unidos, para integrarnos, para educar al pueblo, para empoderarlo, para producir en el país, cuidar nuestros recursos, multiplicarlos como Cristo manda a la multiplicación de los dones, defenderlos y utilizarlos de herramienta para coronar el proyecto que un día nos dispusimos a acometer.

Es el mandato que nos hace Bolívar desde su carta y es la forma en la que podemos tributarle el mayor de los agradecimientos, haciendo realidad sus sueños, por los cuales murió con una camisa prestada y traicionado hasta por su sombra.

En los tiempos que vivimos detenerse en el pensamiento de Bolívar para redundar en sobre cuáles fueron sus motivaciones para decir tal o cual cosa, o cuáles fueron las condiciones que influyeron en él para emitir tal o cual sentencia, es una pérdida de tiempo por no decir un crimen, el pensamiento Bolivariano debe ser analizado de forma dinámica, debe utilizarse como sugiere Gasset como fuerza transformadora de la realidad de nuestro tiempo, debe ser más que historia, argumentos de razón vital que anime a quienes deben de estar animados en la lucha por la libertad definitiva de nuestros pueblos.

Venezuela ha querido tomar la vanguardia en el proceso revolucionario de independencia económica en este siglo XXI pero más han sido los excesos y desaciertos que los concretos avances; estamos sometidos a las amenazas y peligros de otrora, nuestros adversarios disponen de recursos y técnicas más sofisticadas para sofocarnos, pero que nadie nos subestime, aquí se humilló al León de Castilla y bien podría derribarse de una pedrada de resortera al águila que ahora pretende cazar cual carnada nuestra dignidad, el Venezolano estuvo dispuesto en aquel momento a sacrificarlo todo para conseguir la libertad que al final se dio así mismo y se la dio a otros pueblos hermanos, ahora también estamos más advertidos, ahora también estamos más arrojados, ahora también estaríamos dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad y a asumir de nuevo las responsabilidades y consecuencias que haya que asumir con tal de dar término al mandato de nuestra conciencia pública.

Sin embargo no deberíamos como nación confiarnos ni subestimar tampoco a los que se perfilan como nuestros enemigos; los proyectos más grandes pueden derrumbarse por las cuestiones más domesticas y vanas; si dejamos que la corrupción administrativa tome terreno en nuestro país, si dejamos que los vicios ya inveterados sean los que gobiernen los destinos de nuestra república, si no generamos riquezas que animen a los más a producir y trabajar, si no cuidamos a nuestra población desde el punto de vista de su alimentación, de su salud, de su seguridad, de su esparcimiento, si el proyecto, Bolivariano, no garantiza el derecho a la vida sana y en paz en el país, entonces fracasará mucho antes de acercarse a sus propósitos.

Así como el primer proyecto de independencia tenía un doble propósito que sugirió el maestro Rodríguez de la independencia pública y económica, el de hoy también lo tiene, lograr la independencia económica  a la vez de generar riquezas que hagan esa independencia atractiva y deseada, tenemos los medios pero hacen falta el compromiso y los sacrificios desde el poder.
¿Quién va a apostar a un modelo económico que desde su génesis se vislumbra fracasado? ¿Quién va a luchar por un proyecto que desde el principio ya muestra todos los signos de vulnerabilidad? ¿Quién va a empeñar esfuerzos en instituir algo que no le es grato? Bolívar a la vez que emite en su carta frases grandilocuentes también emite otras muy ciertas y apegadas a la realidad más cruda y  fáctica.


Atendamos nuestros problemas, el llamado es a combatirlos.
El Libertador advirtió que el sistema federal republicano iba a quedarnos grande porque no teníamos aun las virtudes necesarias para asumirlo y no se equivocó; ahora debemos advertir que la independencia económica traducida al socialismo, va a quedarnos grande si antes no reducimos a sus mínimos términos la corrupción administrativa, si antes no cuidamos a nuestra población de todos los males que la aquejan, debemos preparar las condiciones que permitan aplicar el sueño Bolivariano, debemos antes sanear la vida de la república a costa de lo que sea, debemos deslastrarnos del sistema rentista que nos hace improductivos y dependientes, debemos educar a nuestro pueblo, debemos empoderarlo hasta el colmo, de menos iremos a más si vamos asegurando las condiciones que harán posible la deseada independencia, la segunda, la independencia de lo que comemos, de lo que vestimos, de lo que usamos; para pensar y decir las cosas con nuestro intimo sentir sin estar sujetos a ningún interés inmediato que coarte nuestra libertad, por la cual lucharon nuestros padres fundadores.

El socialismo bien entendido parte de la idea, de repartir las riquezas de forma equitativa, pero si no hay riquezas entonces ¿Qué se va a repartir? Si Bolívar estuviera hoy vivo y dispuesto desde Kingston a escribir otra carta, le recomendaría a Venezuela la urgente tarea de producir riquezas en el país, de convertirse en un país productor con un gobierno que se asegure de repartir o distribuir esas riquezas con el mejor criterio de equidad posible, se aseguraría además de recomendarnos que estudiásemos mucho, que leyésemos y que combatiésemos la corrupción en todos sus niveles, enfatizaría sobre todo en lo último, porque advertiría así como hizo en Angostura, que ese es un cáncer del más dañino para el cuerpo de nuestra república.

El capitalismo siempre está al asecho, siempre se muestra como la mejor opción y siempre trata con lo material de ganar adeptos, estaríamos propensos entonces a caer de nuevo en las fauces del mismo si sucumbiéramos ante sus vicios, es decir, en palabras de Bolívar: volveríamos a caer en las tinieblas si el socialismo no llegase a garantizar la vida vivible de los ciudadanos, si el socialismo no llegase a garantizar el buen vivir.

Nuestros nuevos enemigos son por supuesto el imperio Norte Americano y sus aliados, pero también lo son la delincuencia, la escasez, la deserción escolar, la corrupción y todos los males que nadie puede negar hoy nos aquejan; con la misma garra que debemos disponernos a combatir la transculturización y el mensaje alienador de USA para convertirnos en embrutecidos consumidores, con esa misma garra debemos hoy combatir al corrupto, al que se enriquece en desmedro del proyecto común que tenemos, ganar la guerra económica que hoy nos tiene entregados a las inmediateces de las colas y la consecución de enceres primarios sería tanto como la victoria que consiguieron nuestros Libertadores en Carabobo, ganarle la guerra a la delincuencia sería otra batalla más que estelar ¿cómo vamos a pedirle a nuestro pueblo que se disponga y se eleve a estas luchas tan altruistas si ni siquiera puede satisfacer sus necesidades básicas?

Hemos visto la luz, es verdad, pero la vimos cual cometa, el empoderamiento hoy ya no es una realidad sea por causa de la saña de nuestros enemigos o bien por nuestra incapacidad de combatir tan enconada arremetida, somos vulnerables hoy más que nunca, no habrá independencia económica si antes no dinamitamos el sistema rentista petrolero, nuestra economía no puede depender de dos o tres cañonazos en el medio oriente ni mucho menos de si algún científico descubre un sustituto de nuestro bien más preciado, más que sembrar el petróleo debemos sembrar antes la conciencia del trabajo, de la productividad, de la responsabilidad que tenemos de procurarnos lo que consumimos, sin que nos sea obsequiado.

Eludir estas recomendaciones que bien nos haría Bolívar en estos tiempos es tanto como volver a poner el proyecto en peligro y volver a darnos por vencidos, no podemos en ningún caso subestimar a nuestro nuevo adversario el Imperio Yankee, es un adversario temerario, igual o más que al que sucumbió aquí en nuestras tierras, estos nuevos le arrojaron sin temor de Dios y sin que les temblara el pulso dos bombas de destrucción masiva a un país, acabando con la vida de millones de niños, ancianos, mujeres y hombres y comprometiendo la salud de sus descendientes, no subestimemos a este imperio que con disparatadas excusas ha llevado el caos y la muerte a los pueblos árabes, han quitado y puesto reyes facultándose a sí mismos con las deidades de nuestro Dios, prefieren gastar en estupideces el dinero que les sobra que llevar agua al cuerno de África dónde mueren cientos de personas diariamente por falta del vital líquido, el mismo imperio que que ha sido capaz de hambrear a pueblos indefensos y someter a sus habitantes a ataques bacteriológicos y hambrunas insoportables, por eso la empresa de hoy es tan grave y delicada, debemos atender nuestros problemas domésticos y a la vez hacerle frente a los ataques imperiales que no son pocos.

Nuestros jóvenes, hoy los más impactados. La guerra es contra ellos.
Bolívar además nos recomendaría que hiciésemos un esfuerzo por cuidar a nuestros jóvenes de la transculturización, por crear muros que impidan el impacto negativo de esta sociedad norteamericana que a mal de nuestro grado se ha convertido en una sociedad drogadicta, obesa, violenta y racista pero que también se ha convertido a la vez en un modelo de “virtud” para nuestros jóvenes.

No hacemos nada en esta nueva revolución independentista con transformar los libros de texto de los colegios porque los canales de transculturización han cambiado y lamentablemente nuestros niños y adolescentes ya no degluten el contenido de los libros como lo hacíamos nosotros, y cada vez irán haciéndolo menos; está bien se cambió el libro de historia de Venezuela para los pequeños que cursan el primer año de nuestra escolaridad diversificada, pero ¿Quién depura la televisión? ¿Quién depura los celulares con sus redes sociales? ¿Quién depura todo el internet plagada de cosas buenas pero muchas otras muy malas? ¿Quién depura las publicidades y los nuevos géneros musicales que bombardean a nuestra juventud hacia el camino del desasosiego, la inculticia, la falta de frugalidad y todos los males de los que estamos siendo depositarios?

No hacemos nada ya en estos nuevos tiempos con machacar nuestras justas ideas en las cátedras y en las tribunas si en todos estos medios de comunicación masivos nuestro jóvenes son objeto del bombardeo más pernicioso que se cuela hoy en nuestro país, desde la tribuna se le dice a la juventud que estudie y al llegar a su casa en la televisión se le anima a matar, a robar, a beber, a drogarse, nuestros esfuerzos así son y serán en vano, debe haber una política de orientación y control del uso y abuso de contenidos perniciosos, no faltaran quienes acusen una política de ese tipo de dictatorial, comunista, confiscadora de derechos, etc. pero hoy y con los propósitos que nos hemos planteado son más que necesarias.

Por un lado se llama a nuestros jóvenes a luchar por nuestra independencia y desarrollo combatiendo los males internos y a nuestros ya seculares enemigos y por el otro con mayor alcance y fuerza esos mismos enemigos con sus cantos de sirena convencen a nuestros jóvenes de que sus formas de vida son las mejores y más correctas, inoculando un deseo enorme por emularlas y alabarlas, así nos están quitando el bien más preciado que pudiera tener nuestra justa causa.

Esas realmente son las nuevas armas del imperio, pierde todo crédito y todo mérito el funcionario o personalidad pública que predica el socialismo y la frugalidad desde un súper carro, con un súper reloj y con una súper fortuna, así se desacredita el proyecto que ha de ser en esencia Bolivariano y se pone en riesgo la ansiada independencia económica por la cual deberíamos luchar; el político de hoy en Venezuela y en nuestra América debe comprender cien veces que se habla más y mejor con el ejemplo que con los discursos, cosechar una nueva generación va a ser la garantía de que no volvamos más nunca a las tinieblas, y de que veamos la luz ya no como un cometa sino como el sol que nos baña en las mañanas.

Demos el ejemplo, sacrificio y compromiso exige la nueva empresa.
¿Quién no iba a creerle a Bolívar si se descapitalizó y renunció a todos los lujos por las causas que defendía? ¿Quién no iba a creerle a Páez si puso su pecho desnudo innumerables veces frente al fuego constante de los españoles? ¿Quién no va a creerle a Cristo si fue capaz de dejarse clavar en la cruz, humillar y vejar frente a todos, pudiendo haber escapado? Hoy en estos tiempos angustiosos los funcionarios que se llaman así bolivarianos deberían estar en las calles bajo el sol acompañando al pueblo en sus fatídicas colas, deberían subastar sus propiedades si alguna llegare a sobrarles para costear alguna operación o tratamiento que hoy se hace impagable entre el pueblo, pero no lo hacen ni van a hacerlo jamás, hoy debería el ejemplo estar tramontando esta dura batalla que nos aqueja.
El patriotismo es ahora necesario, pero entiéndase bien este recurso, no es lo mismo que el patrioterismo “Yo soy bolivariano” y somete a toda su comunidad saltándose la ley con su credencial y su apadrinamiento, “Yo soy bolivariano” y no usa el casco cuando va a en la moto y se come todas las luces que el estado le ha puesto para el bienestar de todos los conductores, “Yo soy Bolivariano” y cada vez que puedo voy a Miami a comprar y comer de todo cuanto ofrece el imperio, el ejemplo será nuestra mejor y quizás única arma para convencer, para animar, para luchar.

Bolívar con su carta nos está llamando hoy al compromiso, a la lucha, a dar término al proyecto que pretendieron acabar, Venezuela ha asumido la honrosa responsabilidad de nuevo, tenemos enemigos similares, nos enfrentamos a peligros similares, tenemos quizás nuevas y más graves responsabilidades, la Carta de Jamaica debe ser divulgada como un documento inspirador, bonito, como letra viva que despierte la conciencia de los que debemos y queremos prestarnos a las luchas colectivas de hoy que son igual de ilustres que las pasadas pero que requieren mayor compromiso y mayor nivel.

La mejor ofrenda y agradecimiento que podemos hacerle a Simón Bolívar es la de ser él mismo en esencia, el mejor tributo que podemos rendir a las heroicidades de José Félix Ribas, de Sucre, de Bermúdez, de Piar y tantos otros es asumir nuestra responsabilidad que hayo inclusive generacional, el gesto más bonito que podemos brindarle a Páez y su colérico arrojo en Carabobo, a la muerte del Negro Primero, es el de comprometernos, el de revisar los documentos y el pensamiento del libertador con conciencia crítica y con miras a la aplicabilidad sin caer en el revisionismo impotente y frío que inmoviliza estas fuerzas que se hallan en nuestra historia patria.

La América del mediodía así como Simón Rodríguez llamaba a nuestra América meridional está hoy urgida de todo lo que Bolívar esboza en su carta, de esa visión integral, de esa conciencia histórica, de esa pertinencia de la palabra, de esa fe en nuestros pueblos y de ese cariño que sintió nuestro padre libertador por estas nuestras tierras, todos hoy queremos participar en esa segunda etapa de la independencia para cerrar el ciclo que permita a nuestras naciones ya libres completamente, llevar acabo nuestro desarrollo con nuestros modos y siempre obedientes a nuestros intereses.




  
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